Amanece
en la ciudad de Cáceres, va saliendo el sol a la vez que se escuchan
los primeros gritos de los más pequeños. Solo quedan cinco días
para el desfile, solo cinco días para que todos ellos puedan ver sus
trajes de carnaval desfilando por las calles más transcurridas de la
maravillosa ciudad. ¡Que emoción!, en unos días los pequeños del
centro tutelado de la ciudad se vestirían de sus héroes, de los
protagonistas de sus sueños.
Van pasando las horas y ya no saben que hacer para que el tiempo vuele, que pase más deprisa... porque no encuentran el momento de sentirse arropados y queridos por los demás niños de la calle, por personas adultas y como no... por sus cuidadores. José, que solo tiene seis años, pregunta cada media hora cuanto queda para el gran día, cuanto queda para que llegue el momento que espera con ansia desde el año pasado; porque quiere volver a escuchar las calles de su ciudad cantar, ver bailar a todos al mismo compás... quiere que lluevan sonrisas de nuevo.
Van pasando las horas y ya no saben que hacer para que el tiempo vuele, que pase más deprisa... porque no encuentran el momento de sentirse arropados y queridos por los demás niños de la calle, por personas adultas y como no... por sus cuidadores. José, que solo tiene seis años, pregunta cada media hora cuanto queda para el gran día, cuanto queda para que llegue el momento que espera con ansia desde el año pasado; porque quiere volver a escuchar las calles de su ciudad cantar, ver bailar a todos al mismo compás... quiere que lluevan sonrisas de nuevo.
El pequeño ha decidido vestirse de abuelo, ha decidido convertirse en su abuelo por unos momentos y poder sentir así que está con él una vez más, que está con la persona que le cuidó hasta que también tuvo que partir para volver a dejarlo solo. Pero sabe que él no lo hizo queriendo, que su abuelo sigue estando y que por su marcha tiene muchos hermanos de edades muy distintas en el centro. Sus cuidadores le han ayudado a crecer en estos dos últimos años y el mejor recuerdo del niño en su nueva casa, es el del sábado de carnaval del año pasado. Ama ese día desde muy pequeño, porque lo único que recuerda de sus primeros años de vida es ver el desfile a hombros de su abuelo en la cruz de los caídos.
Después de tanta espera, de noches en vela esperando a que sonara el despertador y deseando que la semana pasara volando... ¡Llegó el gran momento! José se pasó toda la mañana mirando por la ventana, asegurándose de que ese día no llovería, de que no habría nada que estropeara el acercamiento a su viejito. Y llegó la tarde, el momento de vestir el disfraz, el momento de teñirse el pelo canoso y pintarse barba... Salió a la calle con sus nuevos hermanos, con ganas de comerse el mundo, y lo hizo.
Cuando volvió al centro, llorando porque ya había terminado lo que tanto deseó durante un año, comenzó la nueva cuenta atrás, empezó a pensar en el disfraz de su 2018... Pero siempre cerca de su ídolo, sin olvidarse de quien le había regalado tanto, de su canoso rey, de su abuelo.
~ Fin. ~